martes, 26 de noviembre de 2013

26/11/2013

Primera cita.


La cafetería se encontraba deshabitada, lo único que podía percibirse en el lugar era la fragancia al café caliente. Mi mirada se concentraba en un solo objetivo, La joven tenía el cabello rizado y los ojos almendra, era hermosa. Imagine que no me recordaría así que decidí tocar la campana del lugar para que notara mi presencia, sus ojos se enfocaron en mi figura y sus labios rosados pronunciaron con alegría:

-¿Desea algo?- Sus manos blancas tomaban con firmeza una taza con aquel líquido marrón.

Realmente no poseía dinero y no me apetecía nada del menú, lo único que deseaba era observar aquel hermoso ser. Escuche una grosería provenir de la cocina y supuse que se trataba de su jefe, era un hombre alto y de musculatura sumamente grande, una vez tuve el “placer” de conocerlo, una experiencia única en la vida. Pase desinteresadamente la mirada por el mostrador, quería gritar lo que pensaba pero probablemente se asuste y llame a la policía.
Reí en mi interior y observe nuevamente aquellos orbes almendra, aunque corrí la mirada al instante por el miedo a sonrojarme.
Por fin reuní el valor suficiente para hacer lo que me había planteado hacer apenas desperté en la mañana.

-Disculpa, ¿Quieres salir esta tarde?

La respuesta no fue instantánea pero debo estar feliz porque fue un si.
Ya ha pasado mucho tiempo  desde aquel día, aquellos rizos ahora lucen un color grisáceo, sus blancas manos modelan arrugas y sus ojos tienen la misma viveza de siempre. Simplemente es hermosa.


Fin.  

sábado, 2 de noviembre de 2013

02-11-13

Amor de ascensor.



La ruidosa alarma de mi viejo despertador indicaban el inició del día laboral, las 7 en punto era la hora de maldecir a todo el endemoniado mundo. Con pereza lograba despegarme de mi cama y dejar mis pies expuestos al helado suelo, con el poco animo que poseía me dirigí al baño y lave un poco mi cara para espabilarme. Por la pequeña ventana de la cocina pude ver como pequeños copos de nieve caían sin cesar sobre la pequeña ciudad, supuse que hoy mi bufanda, mi abrigo y mi gorro serían mis mejores amigos. Coloqué el agua a hervir y busqué en la alacena el pequeño recipiente que poseía el café, una vez que lo halle introduje una cucharada en mi taza de uso habitual. Ojeaba de vez en cuando el pequeño y sucio reloj de la cocina para verificar la hora, una vez que termine de desayunar me dispuse a cambiarme. No deseaba ir a trabajar pero realmente necesitaba el dinero, me coloque la ropa de abrigo y me encamine a la salida. Mi departamento no era uno de los mejores pero poseía lo indispensable para mantenerme con vida y eso era lo único que necesitaba en días como estos. Mientras me dirigía al ascensor recordaba las diferentes cosas que debía hacer, como por ejemplo: Comprar bobillas de luz, decirle al conserje que revise la calefacción ya que últimamente había dejado de funcionar y las noches no son para nada agradables. El ascensor era viejo y hacía ruidos realmente horribles por el esfuerzo, abrí la puerta y sin decir nada entre en aquel pequeño lugar.
“Buenos días”- La suave y dulce voz de una joven chica me saco de mis pensamientos, observe con detenimiento a la chica y repase mil veces mi cerebro para saber si la había visto anteriormente. Pero no fue así, al parecer era nueva y fue más que obvio que en mi cara se notaba la curiosidad porque antes de poder decir algo la hermosa muchacha respondió.-“Soy nueva en el edificio, me mude hace poco. Es un placer conocerlo, me llamo Alicia Neers.”- Realmente era una mujer bonita, tenía un acento extraño que dejaba al descubierto que ella no era de estos lugares, busque una forma de presentarme adecuadamente y lo único que salió en ese momento fue un.-“Hola, yo soy Edward…” Y antes de poder finalizar con mi presentación el ascensor había llegado a su destino. Un-“Hasta luego, Edward.”-Finalizo con nuestra charla.

Los días siguieron su curso, yo seguía teniendo encuentros casuales con Alicias Neers en el ascensor y eso era lo único que lograba animar un poco mis deprimentes mañanas. Alicia era una joven bastante agradable y muy inteligente, ambos teníamos la misma edad y poseíamos muchas cosas en común. Hubo una vez en la que invite a salir a Alicia, ella acepto y en ese momento fui realmente feliz. Luego de aquella cita ella y yo nos encontrábamos en el ascensor siempre, era como una costumbre…
Pero hubo un día en el que dejamos de vernos, supuse que ella había enfermado así que lo tomé como algo normal. Yo me encontraba en mi trabajo y era hora de volver a casa, una ambulancia se encontraba estacionada junto al edificio, no le di mucha importancia porque en aquel lugar viven muchas personas mayores de edad y es algo casi “normal” ver ambulancias cerca. Estaba a punto de entrar al edificio cuando una camilla salía junto con tres paramédicos a los lados, Alicia se encontraba en ella. Los frenos del ascensor habían fallado y la joven muchacha se encontraba en él…

                                         En ese momento solo deseaba haber tomado el ascensor junto a ella…